Pero David volvió a jurar, diciendo: Tu padre sabe bien que he hallado gracia ante tus ojos, y ha dicho: "Que no lo sepa Jonatán para que no se entristezca." Pero ciertamente, vive el Señor y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mà y la muerte.
Si mi padre quiere hacerte mal, que asà haga el Señor a Jonatán y aun le añada si no te lo hago saber y te envÃo para que vayas en paz. Y que el Señor sea contigo, como ha sido con mi padre.
Y si todavÃa vivo, ¿no me mostrarás la misericordia del Señor, para que no muera?
No quitarás tu misericordia de mi casa para siempre, ni aun cuando el Señor haya quitado de la faz de la tierra a cada uno de los enemigos de David.
Jonatán, pues, hizo un pacto con la casa de David, diciendo: El Señorlo demande de la mano de los enemigos de David.
Entonces Jonatán le dijo: Mañana es luna nueva y serás echado de menos, porque tu asiento estará vacÃo.
Cuando hayas estado ausente tres dÃas, descenderás aprisa y vendrás al lugar donde te escondiste el dÃa de aquel suceso, y permanecerás junto a la piedra de Ezel.
Pero si digo al joven: "He aquÃ, las saetas están más allá de ti", vete, porque el Señor te ha enviado.
En cuanto al acuerdo del cual tú y yo hemos hablado, he aquÃ, el Señor está entre nosotros dos para siempre.
Se escondió, pues, David en el campo. Cuando vino la luna nueva, el rey se sentó a comer.
El rey se sentó en su asiento como de costumbre, el asiento junto a la pared; entonces Jonatán se levantó, y Abner se sentó al lado de Saúl, pero el lugar de David estaba vacÃo.
Sin embargo, Saúl no dijo nada aquel dÃa, porque se dijo: Es una casualidad, no estará limpio; de seguro que no se ha purificado.
y dijo: "Te ruego que me dejes ir, pues nuestra familia tiene sacrificio en la ciudad y mi hermano me ha mandado que asista. Ahora pues, si he hallado gracia ante tus ojos, te ruego me dejes ir para ver a mis hermanos." Por este motivo no ha venido a la mesa del rey.
Entonces Saúl le arrojó la lanza para matarlo; asà Jonatán supo que su padre habÃa decidido matar a David.
Jonatán se levantó de la mesa ardiendo en ira y no comió pan el segundo dÃa de la luna nueva, pues estaba entristecido por David, porque su padre le habÃa afrentado.
Cuando el muchacho se fue, David se levantó del lado del sur, y cayendo rostro en tierra, se postró tres veces. Y se besaron el uno al otro y lloraron juntos, pero David lloró más.