Y los ancianos de Jabes le dijeron: Danos siete dÃas para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel. Y si no hay quien nos libre, nos entregaremos a ti.
Entonces los mensajeros fueron a Guibeá de Saúl y hablaron estas palabras a oÃdos del pueblo, y todo el pueblo alzó la voz y lloró.
Y el EspÃritu de Dios vino con poder sobre Saúl al escuchar estas palabras, y Saúl se enojó grandemente.
Y tomando una yunta de bueyes, los cortó en pedazos y los mandó por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: Asà se hará a los bueyes del que no salga en pos de Saúl y en pos de Samuel. Entonces el terror del Señor cayó sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre.
Y los contó en Bezec, y los hijos de Israel eran trescientos mil y los hombres de Judá treinta mil.
A la mañana siguiente Saúl dispuso al pueblo en tres compañÃas; y entraron en medio del campamento a la vigilia de la mañana, e hirieron a los amonitas hasta que calentó el dÃa. Y sucedió que los que quedaron fueron dispersados, no quedando dos de ellos juntos.