Likewise the Spirit also helpeth our infirmities: for we know not what we should pray for as we ought: but the Spirit itself maketh intercession for us with groanings which cannot be uttered.
Entonces oà una gran voz que decÃa desde el trono: He aquÃ, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos.
El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.
Y el que está sentado en el trono dijo: He aquÃ, yo hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.
y tenÃa la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino.
TenÃa un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles; y en ellas habÃa nombres escritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel.
HabÃa tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur y tres puertas al oeste.
El muro de la ciudad tenÃa doce cimientos, y en ellos estaban los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Y el que hablaba conmigo tenÃa una vara de medir de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.
Y la ciudad está asentada en forma de cuadro, y su longitud es igual que su anchura. Y midió la ciudad con la vara, doce mil estadios; y su longitud, anchura y altura son iguales.
El material del muro era jaspe, y la ciudad era de oro puro semejante al cristal puro.
Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el primer cimiento, jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era de una sola perla; y la calle de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente.
Y no vi en ella templo alguno, porque su templo es el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
Y las naciones andarán a su luz, y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria.
Sus puertas nunca se cerrarán de dÃa (pues allà no habrá noche);
y traerán a ella la gloria y el honor de las naciones;
y jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino sólo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero.