En aquel tiempo el Señor me dijo: "Lábrate dos tablas de piedra como las anteriores, y sube a mí al monte, y hazte un arca de madera.
"Y yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban sobre las primeras tablas que quebraste, y las pondrás en el arca."
Hice, pues, un arca de madera de acacia y labré dos tablas de piedra como las anteriores, y subí al monte con las dos tablas en mi mano.
Y El escribió sobre las tablas, conforme a la escritura anterior, los diez mandamientos que el Señor os había hablado en el monte de en medio del fuego el día de la asamblea; y el Señor me las dio.
Entonces me volví y descendí del monte, y puse las tablas en el arca que yo había hecho; y allí están tal como el Señor me ordenó.
(Después los hijos de Israel partieron de Beerot-bene-jaacán hacia Mosera. Allí murió Aarón y allí fue sepultado, y su hijo Eleazar ministró como sacerdote en su lugar.
De allí partieron hacia Gudgoda; y de Gudgoda hacia Jotbata, una tierra de corrientes de aguas.
En aquel tiempo el Señor apartó la tribu de Leví para que llevara el arca del pacto del Señor, y para que estuviera delante del Señor, sirviéndole y bendiciendo en su nombre hasta el día de hoy.
Por tanto, Leví no tiene porción o herencia con sus hermanos; el Señor es su herencia, así como el Señor tu Dios le habló.)
Y me quedé en el monte cuarenta días y cuarenta noches como la primera vez, y el Señor me escuchó también esta vez; y el Señor no quiso destruirte.
Entonces me dijo el Señor: "Levántate, continúa tu marcha al frente del pueblo, para que entren y tomen posesión de la tierra que yo juré a sus padres que les daría."
Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, que le ames y que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma,
y que guardes los mandamientos del Señor y sus estatutos que yo te ordeno hoy para tu bien?
He aquí, al Señor tu Dios pertenecen los cielos y los cielos de los cielos, la tierra y todo lo que en ella hay.
Sin embargo, el Señor se agradó de tus padres, los amó, y escogió a su descendencia después de ellos, es decir, a vosotros, de entre todos los pueblos, como se ve hoy.
Circuncidad, pues, vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.
Porque el Señor vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible que no hace acepción de personas ni acepta soborno.
El hace justicia al huérfano y a la viuda, y muestra su amor al extranjero dándole pan y vestido.
Mostrad, pues, amor al extranjero, porque vosotros fuisteis extranjeros en la tierra de Egipto.
Temerás al Señor tu Dios; le servirás, te allegarás a El y sólo en su nombre jurarás.
El es el objeto de tu alabanza y El es tu Dios, que ha hecho por ti estas cosas grandes y portentosas que tus ojos han visto.
Cuando tus padres descendieron a Egipto eran setenta personas, y ahora el Señor tu Dios te ha hecho tan numeroso como las estrellas del cielo.