para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al EspÃritu.
Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al EspÃritu, en las cosas del EspÃritu.
Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el EspÃritu es vida y paz;
ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo,
y los que están en la carne no pueden agradar a Dios.
Sin embargo, vosotros no estáis en la carne sino en el EspÃritu, si en verdad el EspÃritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el EspÃritu de Cristo, el tal no es de El.