Y el primer dÃa de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan, Pablo les hablaba, pensando partir al dÃa siguiente, y prolongó su discurso hasta la medianoche.
HabÃa muchas lámparas en el aposento alto donde estábamos reunidos;
y estaba sentado en la ventana un joven llamado Eutico; y como Pablo continuaba hablando, Eutico fue cayendo en un profundo sueño hasta que, vencido por el sueño, cayó desde el tercer piso y lo levantaron muerto.
Y se llevaron vivo al muchacho, y quedaron grandemente consolados.
Entonces nosotros, adelantándonos a tomar la nave, zarpamos para Asón, con el propósito de recoger allà a Pablo, pues asà lo habÃa decidido, deseando ir por tierra hasta Asón.
Cuando nos encontró en Asón, lo recibimos a bordo y nos dirigimos a Mitilene.
Y zarpando de allÃ, al dÃa siguiente llegamos frente a QuÃo; y al otro dÃa atracamos en Samos; habiendo hecho escala en Trogilio, al dÃa siguiente llegamos a Mileto.
salvo que el EspÃritu Santo solemnemente me da testimonio en cada ciudad, diciendo que me esperan cadenas y aflicciones.
Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mà mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibà del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios.
Por tanto, os doy testimonio en este dÃa de que soy inocente de la sangre de todos,
pues no rehuà declarar a vosotros todo el propósito de Dios.
Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el EspÃritu Santo os ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual El compró con su propia sangre.