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Verse of the Day

Have not I commanded thee? Be strong and of a good courage; be not afraid, neither be thou dismayed: for the LORD thy God is with thee whithersoever thou goest.

Joshua : 1:9

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Cuando llegÃ³ el dÃa de PentecostÃ©s, estaban todos juntos en un mismo lugar.

De repente vino del cielo un ruido como el de una rÃ¡faga de viento impetuoso que llenÃ³ toda la casa donde estaban sentados,

y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiÃ©ndose, se posaron sobre cada uno de ellos.

Todos fueron llenos del EspÃritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, segÃºn el EspÃritu les daba habilidad para expresarse.

Y habÃa judÃos que moraban en JerusalÃ©n, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo.

Y al ocurrir este estruendo, la multitud se juntÃ³; y estaban desconcertados porque cada uno los oÃa hablar en su propia lengua.

Y estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: Mirad, Â¿no son galileos todos estos que estÃ¡n hablando?

Â¿CÃ³mo es que cada uno de nosotros los oÃmos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido?

Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia,

de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judÃos como prosÃ©litos,

cretenses y Ã¡rabes, les oÃmos hablar en nuestros idiomas de las maravillas de Dios.

Todos estaban asombrados y perplejos, diciÃ©ndose unos a otros: Â¿QuÃ© quiere decir esto?

Pero otros se burlaban y decÃan: EstÃ¡n borrachos.

Entonces Pedro, poniÃ©ndose en pie con los once, alzÃ³ la voz y les declarÃ³: Varones judÃos y todos los que vivÃs en JerusalÃ©n, sea esto de vuestro conocimiento y prestad atenciÃ³n a mis palabras,

porque Ã©stos no estÃ¡n borrachos como vosotros suponÃ©is, pues apenas es la hora tercera del dÃa;

sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:

Y sucedera en los ultimos dias--dice Dios-- que derramare de mi Espiritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizaran, vuestros jovenes veran visiones, y vuestros ancianos soÃ±aran sueÃ±os;

y aun sobre mis siervos y sobre mis siervasderramare de mi Espiritu en esos dias, y profetizarÃ¡n.

Y mostrare prodigios arriba en el cieloy seÃ±ales abajo en la tierra: sangre, fuego y columnade humo.

El sol se convertira en tinieblasy la luna en sangre, antes que venga el dia grande y gloriosodel SeÃ±or.

Y sucederaque todo aquel queinvoque el nombre del SeÃ±or sera salvo.

Varones israelitas, escuchad estas palabras: JesÃºs el Nazareno, varÃ³n confirmado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y seÃ±ales que Dios hizo en medio vuestro a travÃ©s de El, tal como vosotros mismos sabÃ©is,

a Ã©ste, entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, clavasteis en una cruz por manos de impÃos y le matasteis,

a quien Dios resucitÃ³, poniendo fin a la agonÃa de la muerte, puesto que no era posible que El quedara bajo el dominio de ella.

Porque David dice de El: Veia siempre al SeÃ±or en mi presencia; pues esta a mi diestra para que yo no sea conmovido.

Por lo cual mi corazon se alegro y mi lengua se regocijo; y aun hasta mi carne descansara en esperanza;

pues tu no abandonaras mi alma en el Hades, ni permitirasque tu Santo veacorrupcion.

Me has hecho conocer los caminos de la vida; me llenaras de gozo con tu presencia.

Hermanos, del patriarca David os puedo decir confiadamente que muriÃ³ y fue sepultado, y su sepulcro estÃ¡ entre nosotros hasta el dÃa de hoy.

Pero siendo profeta, y sabiendo que Dios le habia jurado sentara unode sus descendientesen su trono,

mirÃ³ hacia el futuro y hablÃ³ de la resurrecciÃ³n de Cristo, que no fue abandonado en el Hades, ni su carne sufriocorrupcion.

A este JesÃºs resucitÃ³ Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

AsÃ que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del EspÃritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oÃs.

hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies."

Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este JesÃºs a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho SeÃ±or y Cristo.

Y Pedro les dijo: ArrepentÃos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdÃ³n de vuestros pecados, y recibirÃ©is el don del EspÃritu Santo.

Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que estÃ¡n lejos, para tantos como el SeÃ±or nuestro Dios llame.

Y con muchas otras palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: Sed salvos de esta perversa generaciÃ³n.

Entonces los que habÃan recibido su palabra fueron bautizados; y se aÃ±adieron aquel dÃa como tres mil almas.

Y se dedicaban continuamente a las enseÃ±anzas de los apÃ³stoles, a la comuniÃ³n, al partimiento del pan y a la oraciÃ³n.

Sobrevino temor a toda persona; y muchos prodigios y seÃ±ales eran hechas por los apÃ³stoles.

Todos los que habÃan creÃdo estaban juntos y tenÃan todas las cosas en comÃºn;

vendÃan todas sus propiedades y sus bienes y los compartÃan con todos, segÃºn la necesidad de cada uno.

DÃa tras dÃa continuaban unÃ¡nimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comÃan juntos con alegrÃa y sencillez de corazÃ³n,

alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el SeÃ±or aÃ±adÃa cada dÃa al nÃºmero de ellos los que iban siendo salvos.

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