Su madre dijo a los que servÃan: Haced todo lo que El os diga.
Y habÃa allà seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de los judÃos; en cada una cabÃan dos o tres cántaros.
Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde.
Entonces les dijo: Sacad ahora un poco y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, y como no sabÃa de dónde era (pero los que servÃan, que habÃan sacado el agua, lo sabÃan), el maestresala llamó al novio,
y le dijo: Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior; pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno.
Este principio de sus señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y sus discÃpulos creyeron en El.
y encontró en el templo a los que vendÃan bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero allà sentados.
Y haciendo un azote de cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y volcó las mesas;
y dijo a los que vendÃan palomas: Quitad esto de aquÃ; no hagáis de la casa de mi Padre una casa de comercio.
Sus discÃpulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu casa me consumira.
Entonces los judÃos dijeron: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú lo levantarás en tres dÃas?
Pero El hablaba del templo de su cuerpo.
Por eso, cuando resucitó de los muertos, sus discÃpulos se acordaron de que habÃa dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús habÃa hablado.