Likewise the Spirit also helpeth our infirmities: for we know not what we should pray for as we ought: but the Spirit itself maketh intercession for us with groanings which cannot be uttered.
El sembrador salió a sembrar su semilla; y al sembrarla, una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron.
Otra parte cayó sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó, porque no tenÃa humedad.
Otra parte cayó en medio de los espinos; y los espinos, al crecer con ella, la ahogaron.
Y otra parte cayó en tierra buena, y creció y produjo una cosecha a ciento por uno. Y al hablar estas cosas, Jesús exclamaba: El que tiene oÃdos para oÃr, que oiga.
y El dijo: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les hablo en parábolas, para que viendo, no vean; y oyendo, no entiendan.
Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz.
Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz.
Por tanto, tened cuidado de cómo oÃs; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aun lo que cree que tiene se le quitará.
Entonces su madre y sus hermanos llegaron a donde El estaba, pero no podÃan acercarse a El debido al gentÃo.
Y le avisaron: Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte.
Pero respondiendo El, les dijo: Mi madre y mis hermanos son estos que oyen la palabra de Dios y la hacen.
Y uno de aquellos dÃas, entró en una barca con sus discÃpulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y se hicieron a la mar.
Pero mientras ellos navegaban, El se durmió; y una violenta tempestad descendió sobre el lago, y comenzaron a anegarse y corrÃan peligro.
Y llegándose a El, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Y El, levantándose, reprendió al viento y a las olas embravecidas, y cesaron y sobrevino la calma.
Navegaron hacia la tierra de los gadarenos que está al lado opuesto de Galilea;
y cuando El bajó a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad poseÃdo por demonios, y que por mucho tiempo no se habÃa puesto ropa alguna, ni vivÃa en una casa, sino en los sepulcros.
Y habÃa una piara de muchos cerdos paciendo allà en el monte; y los demonios le rogaron que les permitiera entrar en los cerdos. Y El les dio permiso.
Los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos; y la piara se precipitó por el despeñadero al lago, y se ahogaron.
Y cuando los que los cuidaban vieron lo que habÃa sucedido, huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos.
Y los que lo habÃan visto, les contaron cómo el que estaba endemoniado habÃa sido sanado.
Entonces toda la gente de la región alrededor de los gadarenos le pidió a Jesús que se alejara de ellos, porque estaban poseÃdos de un gran temor. Y El entrando a una barca, regresó.
Pero el hombre de quien habÃan salido los demonios le rogaba que le permitiera acompañarle; mas El lo despidió, diciendo:
Pero Jesús dijo: Alguien me tocó, porque me di cuenta que de mà habÃa salido poder.
Al ver la mujer que ella no habÃa pasado inadvertida, se acercó temblando, y cayendo delante de El, declaró en presencia de todo el pueblo la razón por la cual le habÃa tocado, y cómo al instante habÃa sido sanada.
Y El le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz.
Mientras estaba todavÃa hablando, vino alguien de la casa del oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro.
Pero cuando Jesús lo oyó, le respondió: No temas; cree solamente, y ella será sanada.
Y cuando El llegó a la casa, no permitió que nadie entrara con El sino sólo Pedro, Juan y Jacobo, y el padre y la madre de la muchacha.