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Or what man is there of you, whom if his son ask bread, will he give him a stone?
Matthew: 7:9
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En aquellos dÃas, cuando de nuevo habÃa una gran multitud que no tenÃa qué comer, Jesús llamó a sus discÃpulos y les dijo:
Tengo compasión de la multitud porque hace ya tres dÃas que están conmigo y no tienen qué comer;
y si los despido sin comer a sus casas, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.
Sus discÃpulos le respondieron: ¿Dónde podrá alguien encontrar lo suficiente para saciar de pan a éstos aquà en el desierto?
Y El les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos respondieron: Siete.
Entonces mandó a la multitud que se recostara en el suelo; y tomando los siete panes, después de dar gracias, los partió y los iba dando a sus discÃpulos para que los pusieran delante de la gente; y ellos los sirvieron a la multitud.
También tenÃan unos pocos pececillos; y después de bendecirlos, mandó que éstos también los sirvieran.
Todos comieron y se saciaron; y recogieron de lo que sobró de los pedazos, siete canastas.
Los que comieron eran unos cuatro mil; y los despidió.
Y subiendo enseguida a la barca con sus discÃpulos, fue a la región de Dalmanuta.
Entonces salieron los fariseos y comenzaron a discutir con El, buscando de El una señal del cielo para ponerle a prueba.
Suspirando profundamente en su espÃritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? En verdad os digo que no se le dará señal a esta generación.
Y dejándolos, se embarcó otra vez y se fue al otro lado.
Y se habÃan olvidado de tomar panes; y no tenÃan consigo en la barca sino sólo un pan.
Y El les encargaba diciendo: ¡Tened cuidado! Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
Y ellos discutÃan entre sà que no tenÃan panes.
Dándose cuenta Jesús, les dijo: ¿Por qué discutÃs que no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Tenéis el corazón endurecido?
Teniendo ojos, ¿no veis? Y teniendo oidos, ¿no ois? ¿No recordáis
cuando partà los cinco panes entre los cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron: Doce.
Y cuando partà los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron: Siete.
Y les dijo: ¿Aún no entendéis?
Llegaron a Betsaida, y le trajeron un ciego y le rogaron que lo tocara.
Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ¿Ves algo?
Y levantando la vista, dijo: Veo a los hombres, pero los veo como árboles que caminan.
Entonces Jesús puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y lo veÃa todo con claridad.
Y lo envió a su casa diciendo: Ni aun en la aldea entres.
Salió Jesús con sus discÃpulos a las aldeas de Cesarea de Filipo; y en el camino preguntó a sus discÃpulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
Y le respondieron, diciendo: Unos, Juan el Bautista; y otros, ElÃas; pero otros, uno de los profetas.
El les preguntó de nuevo: Pero vosotros, ¿quién decÃs que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.
Y El les advirtió severamente que no hablaran de El a nadie.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debÃa padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres dÃas resucitar.
Y les decÃa estas palabras claramente. Y Pedro le llevó aparte y comenzó a reprenderle.
Mas El volviéndose y mirando a sus discÃpulos, reprendió a Pedro y le dijo: ¡QuÃtate de delante de mÃ, Satanás!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres.
Y llamando a la multitud y a sus discÃpulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mÃ, niéguese a sà mismo, tome su cruz, y sÃgame.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mà y del evangelio, la salvará.
Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?
Pues ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?
Porque cualquiera que se avergüence de mà y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
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