Faltaban dos dÃas para la Pascua y para la fiesta de los panes sin levadura; y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle ;
porque decÃan: No durante la fiesta, no sea que haya un tumulto del pueblo.
Y estando El en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.
El primer dÃa de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero de la Pascua, sus discÃpulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos y hagamos los preparativos para que comas la Pascua?
Y envió a dos de sus discÃpulos, y les dijo: Id a la ciudad, y allà os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;
Salieron, pues, los discÃpulos y llegaron a la ciudad, y encontraron todo tal como El les habÃa dicho; y prepararon la Pascua.
Al atardecer llegó El con los doce.
Y estando sentados a la mesa comiendo, Jesús dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará; el que come conmigo.
Ellos comenzaron a entristecerse y a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo?
Y El les dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato.
Porque el Hijo del Hombre se va tal y como está escrito de El; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido.
Vino por tercera vez, y les dijo: ¿TodavÃa estáis durmiendo y descansando? Basta ya; ha llegado la hora; he aquÃ, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.
Levantaos, vámonos; mirad, está cerca el que me entrega.
En ese momento, mientras todavÃa estaba El hablando, llegó Judas, uno de los doce, acompañado de una multitud con espadas y garrotes, de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.
Al instante un gallo cantó por segunda vez. Entonces Pedro recordó lo que Jesús le habÃa dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y se echó a llorar.