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Or what man is there of you, whom if his son ask bread, will he give him a stone?
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Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Como está escrito en el profeta IsaÃas: He aqui, yo envio mi mensajero delante de tu faz, el cual preparara tu camino.
Voz del que clama en el desierto: "Preparad el camino del Señor, haced derechas sus sendas."
Juan el Bautista apareció en el desierto predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados.
Y acudÃa a él toda la región de Judea, y toda la gente de Jerusalén, y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el rÃo Jordán.
Juan estaba vestido de pelo de camello, tenÃa un cinto de cuero a la cintura, y comÃa langostas y miel silvestre.
Y predicaba, diciendo: Tras mà viene uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, inclinándome, la correa de sus sandalias.
Yo os bauticé con agua, pero El os bautizará con el EspÃritu Santo.
Y sucedió en aquellos dÃas que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
E inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrÃan, y que el EspÃritu como paloma descendÃa sobre El;
y vino una voz de los cielos, que decÃa: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.
Enseguida el EspÃritu le impulsó a ir al desierto.
Y estuvo en el desierto cuarenta dÃas, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las fieras, y los ángeles le servÃan.
Después que Juan habÃa sido encarcelado, Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios,
y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentÃos y creed en el evangelio.
Mientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, echando una red en el mar, porque eran pescadores.
Y Jesús les dijo: Seguidme, y yo haré que seáis pescadores de hombres.
Y dejando al instante las redes, le siguieron.
Yendo un poco más adelante vio a Jacobo, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes.
Y al instante los llamó; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras El.
Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el dÃa de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñar.
Y se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Y he aquà estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espÃritu inmundo, el cual comenzó a gritar,
diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.
Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!
Entonces el espÃritu inmundo, causándole convulsiones, gritó a gran voz y salió de él.
Y todos se asombraron de tal manera que discutÃan entre sÃ, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! El manda aun a los espÃritus inmundos y le obedecen.
Y enseguida su fama se extendió por todas partes, por toda la región alrededor de Galilea.
Inmediatamente después de haber salido de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan.
Y la suegra de Simón yacÃa enferma con fiebre; y enseguida le hablaron de ella.
Jesús se le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella les servÃa.
A la caÃda de la tarde, después de la puesta del sol, le trajeron todos los que estaban enfermos y los endemoniados.
Y toda la ciudad se habÃa amontonado a la puerta.
Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabÃan quién era El.
Levantándose muy de mañana, cuando todavÃa estaba oscuro, salió, y se fue a un lugar solitario, y allà oraba.
Y Simón y sus compañeros salieron a buscarle;
le encontraron y le dijeron: Todos te buscan.
Y El les dijo: Vamos a otro lugar, a los pueblos vecinos, para que predique también allÃ, porque para eso he venido.
Y fue por toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando demonios.
Y vino a El un leproso rogándole, y arrodillándose le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó, y le dijo: Quiero; sé limpio.
Y al instante la lepra lo dejó y quedó limpio.
Entonces Jesús lo amonestó severamente y enseguida lo despidió,
y le dijo: Mira, no digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó, para testimonio a ellos.
Pero él, en cuanto salió, comenzó a proclamarlo abiertamente y a divulgar el hecho, a tal punto que Jesús ya no podÃa entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que se quedaba fuera en lugares despoblados; y venÃan a El de todas partes.
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