Y desde entonces buscaba una oportunidad para entregarle.
El primer dÃa de la fiesta de los panes sin levadura, se acercaron los discÃpulos a Jesús, diciendo: ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?
Y El respondió: Id a la ciudad, a cierto hombre , y decidle: "El Maestro dice: 'Mi tiempo está cerca; quiero celebrar la Pascua en tu casa con mis discÃpulos.'"
Entonces los discÃpulos hicieron como Jesús les habÃa mandado, y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba El sentado a la mesa con los doce discÃpulos.
Y mientras comÃan, dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará.
Y ellos, profundamente entristecidos, comenzaron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor?
El Hijo del Hombre se va, según está escrito de El; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido.
Y respondiendo Judas, el que le iba a entregar, dijo: ¿Acaso soy yo, Rab� Y El le dijo: Tú lo has dicho.
Entonces Jesús llegó con ellos a un lugar que se llama GetsemanÃ, y dijo a sus discÃpulos: Sentaos aquà mientras yo voy allá y oro.
Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse.
Entonces les dijo: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquà y velad conmigo.
Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mÃo, si es posible, que pase de mà esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras .
Vino entonces a los discÃpulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Conque no pudisteis velar una hora conmigo?
Y vino otra vez y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban cargados de sueño.
Dejándolos de nuevo, se fue y oró por tercera vez, diciendo otra vez las mismas palabras.
Entonces vino a los discÃpulos y les dijo: ¿TodavÃa estáis durmiendo y descansando? He aquÃ, ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad, está cerca el que me entrega.
Mientras todavÃa estaba El hablando, he aquÃ, Judas, uno de los doce, llegó acompañado de una gran multitud con espadas y garrotes, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.