Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: "Si yo traigo una espada sobre un paÃs, y la gente del paÃs toma a un hombre de entre ellos y lo ponen de centinela,
Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: "La justicia del justo no lo salvará el dÃa de su transgresión, y la maldad del impÃo no le será tropiezo el dÃa que se aparte de su maldad; como tampoco el justo podrá vivir por su justicia el dÃa que peque."
Entonces vino a mà la palabra del Señor, diciendo:
Hijo de hombre, los que viven en estos lugares desolados de la tierra de Israel, dicen: Uno solo era Abraham, y poseyó la tierra; asà que a nosotros que somos muchos se nos ha dado la tierra en posesión.
'Y sabrán que yo soy el Señor, cuando yo convierta la tierra en desolación y en soledad por todas las abominaciones que han cometido.'"
Pero en cuanto a ti, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo hablan de ti junto a los muros y en las entradas de las casas; hablan el uno al otro, cada cual a su hermano, diciendo: Venid ahora, y oÃd cuál es la palabra que viene del Señor.
Y vienen a ti como viene el pueblo, y se sientan delante de ti como pueblo mÃo, oyen tus palabras y no las hacen sino que siguen los deseos sensuales expresados por su boca, y sus corazones andan tras sus ganancias.
Y he aquÃ, tú eres para ellos como la canción de amor de uno que tiene una voz hermosa y toca bien un instrumento; oyen tus palabras, pero no las ponen en práctica.
Y cuando suceda, como ciertamente sucederá, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.