¡Cómo yace solitaria la ciudad de tanta gente! Se ha vuelto como una viuda la grande entre las naciones; la princesa entre las provincias se ha convertido en tributaria.
Amargamente llora en la noche, y las lágrimas corren por sus mejillas; no hay quien la consuele entre todos sus amantes. Todos sus amigos la han traicionado, se le han convertido en enemigos.
Judá ha ido al destierro bajo aflicción y bajo dura servidumbre. Ella habita entre las naciones, mas no halla descanso; todos sus perseguidores la han alcanzado en medio de la angustia.
Los caminos de Sion están de luto, porque nadie viene a las fiestas solemnes. Todas sus puertas están desoladas, gimen sus sacerdotes, sus vÃrgenes están afligidas, y ella misma está amargada.
Sus adversarios se han convertido en sus amos, sus enemigos prosperan, porque el Señor la ha afligido por la multitud de sus transgresiones; sus niños han ido cautivos delante del adversario.
De la hija de Sion se ha ido todo su esplendor. Sus prÃncipes son como ciervos que no hallan pasto, y huyen sin fuerzas delante del perseguidor.
Su inmundicia está en sus faldas; no consideró su futuro, y ha caÃdo de manera sorprendente; no hay quien la consuele. Mira, oh Señor, mi aflicción, porque se ha engrandecido el enemigo.
El adversario ha extendido su mano a todos sus tesoros; ciertamente ella ha visto a las naciones entrar en su santuario, a las que tú ordenaste que no entraran en tu congregación.
Todo su pueblo gime buscando pan; han dado sus tesoros a cambio de comida para restaurar sus vidas. Mira, oh Señor, y observa que me están despreciando.
Vosotros, todos los que pasáis por el camino, ¿no os importa esto? Observad y ved si hay dolor como mi dolor, con el que fui atormentada, con el que el Señorme afligió el dÃa de su ardiente ira.
Desde lo alto El envió fuego que penetró en mis huesos. Ha tendido una red a mis pies, me ha hecho volver atrás, me ha dejado desolada, desfallecida todo el dÃa.
Atado ha sido el yugo de mis transgresiones, por su mano han sido entrelazadas, han caÃdo sobre mi cuello. El ha hecho que me falten las fuerzas; el Señor me ha entregado en manos contra las cuales no puedo resistir.
A todos mis valientes ha rechazado el Señor de en medio de mÃ; ha convocado contra mà un tiempo determinado para quebrantar a mis jóvenes; el Señor ha hollado como en un lagar a la virgen hija de Judá.
Por estas cosas lloro yo; mi ojo, mi ojo derrama agua, porque lejos de mà está el consolador, el que reanima mi alma. Mis hijos están desolados porque ha prevalecido el enemigo.
El Señor es justo, pues me he rebelado contra su mandamiento. OÃd ahora, pueblos todos, y ved mi dolor: mis vÃrgenes y mis jóvenes han ido al cautiverio.
Mira, oh Señor, que estoy angustiada; hierven mis entrañas, mi corazón se revuelve dentro de mÃ, porque he sido muy rebelde. En la calle la espada me deja sin hijos, en la casa es como la muerte.
Han oÃdo que gimo, y no hay quien me consuele. Todos mis enemigos han oÃdo de mi mal, se regocijan de que tú lo hayas hecho. ¡Oh, si tú trajeras el dÃa que has anunciado, para que sean ellos como yo!
Venga toda su maldad delante de ti, y trátalos como a mà me has tratado por todas mis transgresiones; porque son muchos mis gemidos, y desfallece mi corazón.