El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos.
Multiplicaste la nación, aumentaste su alegrÃa; se alegran en tu presencia como con la alegrÃa de la cosecha, como se regocijan los hombres cuando se reparten el botÃn.
Porque tú quebrarás el yugo de su carga, el báculo de sus hombros, y la vara de su opresor, como en la batalla de Madián.
Porque toda bota que calza el guerrero en el fragor de la batalla, y el manto revolcado en sangre, serán para quemar, combustible para el fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanÃa reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, PrÃncipe de Paz.
El Señor envÃa mensaje contra Jacob, y cae sobre Israel.
Y todo el pueblo lo sabe, es decir, EfraÃn y los habitantes de Samaria, los que con arrogancia y altivez de corazón afirman:
Los ladrillos han caÃdo, pero con piedras labradas reedificaremos; los sicómoros han sido cortados, pero con cedros los reemplazaremos.
Por tanto el Señor levanta adversarios de RezÃn contra ellos, e incita a sus enemigos,
los arameos en el oriente y los filisteos en el occidente, que devoran a Israel a boca llena. Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.
Cortan de un tajo lo que está a la derecha, pero aún tienen hambre, y comen lo que está a la izquierda, pero no se sacian; cada cual come la carne de su propio brazo.