Asà dice el Señor: El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde, pues, está la casa que podrÃais edificarme? ¿Dónde está el lugar de mi reposo?
El que mata un buey es como el que mata a un hombre, el que sacrifica un cordero como el que desnuca un perro, el que presenta ofrenda de cereal como el que ofrece sangre de cerdo, el que quema incienso como el que bendice a un Ãdolo. Como ellos han escogido sus propios caminos, y su alma se deleita en sus abominaciones,
OÃd la palabra del Señor, vosotros que tembláis ante su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, que os excluyen por causa de mi nombre, han dicho: "Sea el Señor glorificado, para que veamos vuestra alegrÃa." Pero ellos serán avergonzados.
Voz de estruendo viene de la ciudad, una voz sale del templo: la voz del Señor que da el pago a sus enemigos.
Antes que estuviera de parto, ella dio a luz; antes que le vinieran los dolores, dio a luz un niño.
Cuando lo veáis, se llenará de gozo vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como hierba tierna; la mano del Señor se dará a conocer a sus siervos, y su indignación a sus enemigos.
Porque he aquÃ, el Señor vendrá en fuego y sus carros como torbellino, para descargar con furor su ira y su reprensión con llamas de fuego.
Porque el Señor juzgará con fuego y con su espada a toda carne, y serán muchos los muertos del Señor.
Los que se santifican y se purifican para ir a los huertos, tras uno que está en el centro, que comen carne de cerdo, cosas detestables y ratones, a una perecerán--declara el Señor.
Mas yo conozco sus obras y sus pensamientos. Llegará el tiempo de juntar a todas las naciones y lenguas, y vendrán y verán mi gloria.
Porque como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago permanecerán delante de mÃ--declara el Señor--, asà permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre.
Y sucederá que de luna nueva en luna nueva y de dÃa de reposo en dÃa de reposo, todo mortal vendrá a postrarse delante de mÃ--dice el Señor.
Y cuando salgan, verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mÃ; porque su gusano no morirá, ni su fuego se apagará, y serán el horror de toda la humanidad.