Escuchadme, vosotros que seguÃs la justicia, los que buscáis al Señor. Mirad la roca de donde fuisteis tallados, y la cantera de donde fuisteis excavados.
Cerca está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; por mà esperan las costas, y en mi brazo ponen su esperanza.
Alzad vuestros ojos a los cielos, y mirad la tierra abajo; porque los cielos como humo se desvanecerán, y la tierra como un vestido se gastará. Sus habitantes como mosquitos morirán, pero mi salvación será para siempre, y mi justicia no menguará.
Porque como a vestido se los comerá la polilla, y como a lana se los comerá la larva. Pero mi justicia durará para siempre, y mi salvación por todas las generaciones.
Despierta, despierta, vÃstete de poder, oh brazo del Señor; despierta como en los dÃas de antaño, en las generaciones pasadas. ¿No eres tú el que despedazó a Rahab, el que traspasó al dragón?
¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos?
Los rescatados del Señor volverán, entrarán en Sion con gritos de júbilo, con alegrÃa eterna sobre sus cabezas. Gozo y alegrÃa alcanzarán, y huirán la tristeza y el gemido.
y he puesto mis palabras en tu boca, y con la sombra de mi mano te he cubierto al establecer los cielos, poner los cimientos de la tierra y decir a Sion: "Tú eres mi pueblo."
Tus hijos han desfallecido, yacen en las esquinas de todas las calles como antÃlope en la red, llenos del furor del Señor, de la reprensión de tu Dios.
Por tanto, oye ahora esto, afligida, que estás ebria, mas no de vino: