Yo visto de negrura los cielos, y hago de cilicio su cobertura.
El Señor Dios me ha dado lengua de discÃpulo, para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado. Mañana tras mañana me despierta, despierta mi oÃdo para escuchar como los discÃpulos.
El Señor Dios me ha abierto el oÃdo; y no fui desobediente, ni me volvà atrás.
Di mis espaldas a los que me herÃan, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no escondà mi rostro de injurias y esputos.