He aquà mi Siervo, a quien yo sostengo, mi escogido, en quien mi alma se complace. He puesto mi EspÃritu sobre El; El traerá justicia a las naciones.
No clamará ni alzará su voz, ni hará oÃr su voz en la calle.
No quebrará la caña cascada, ni apagará el pabilo mortecino; con fidelidad traerá justicia.
No se desanimará ni desfallecerá hasta que haya establecido en la tierra la justicia, y su ley esperarán las costas.
Asà dice Dios el Señor, que crea los cielos y los extiende, que afirma la tierra y lo que de ella brota, que da aliento al pueblo que hay en ella, y espÃritu a los que por ella andan:
Levanten la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar. Canten de júbilo los habitantes de Sela, desde las cimas de los montes griten de alegrÃa.
Den gloria al Señor, y proclamen en las costas su alabanza.
El Señor como guerrero saldrá, como hombre de guerra despertará su celo; gritará, sÃ, lanzará un grito de guerra, contra sus enemigos prevalecerá.
Por mucho tiempo he guardado silencio, he estado callado y me he contenido. Pero ahora grito como mujer de parto, resuello y jadeo a la vez.
Serán vueltos atrás y completamente avergonzados, los que confÃan en Ãdolos, los que dicen a las imágenes fundidas: Vosotros sois nuestros dioses.