Señor, tú has sido un refugio para nosotros de generación en generación.
Antes que los montes fueran engendrados, y nacieran la tierra y el mundo, desde la eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios.
Haces que el hombre vuelva a ser polvo, y dices: Volved, hijos de los hombres.
Porque mil años ante tus ojos son como el dÃa de ayer que ya pasó, y como una vigilia de la noche.
Tú los has barrido como un torrente, son como un sueño; son como la hierba que por la mañana reverdece;
por la mañana florece y reverdece; al atardecer se marchita y se seca.
Porque hemos sido consumidos con tu ira, y por tu furor hemos sido conturbados.
Has puesto nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia.
Porque por tu furor han declinado todos nuestros dÃas; acabamos nuestros años como un suspiro.
Los dÃas de nuestra vida llegan a setenta años; y en caso de mayor vigor, a ochenta años. Con todo, su orgullo es sólo trabajo y pesar, porque pronto pasa, y volamos.
y sea la gracia del Señor nuestro Dios sobre nosotros. Confirma, pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos; sÃ, la obra de nuestras manos confirma.