Oh Señor, escucha mi oración, presta oído a mis súplicas, respóndeme por tu fidelidad, por tu justicia;
y no entres en juicio con tu siervo, porque no es justo delante de ti ningún viviente.
Pues el enemigo ha perseguido mi alma, ha aplastado mi vida contra la tierra; me ha hecho morar en lugares tenebrosos, como los que hace tiempo están muertos.
Y en mí languidece mi espíritu; mi corazón está consternado dentro de mí.
Me acuerdo de los días antiguos, en todas tus obras medito, reflexiono en la obra de tus manos.
A ti extiendo mis manos; mi alma te anhela como la tierra sedienta. (Selah)
Respóndeme pronto, oh Señor, porque mi espíritu desfallece; no escondas de mí tu rostro, para que no llegue yo a ser como los que descienden a la sepultura.
Por la mañana hazme oír tu misericordia, porque en ti confío; enséñame el camino por el que debo andar, pues a ti elevo mi alma.
Líbrame de mis enemigos, oh Señor; en ti me refugio.
Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen Espíritu me guíe a tierra firme.
Por amor a tu nombre, Señor, vivifícame; por tu justicia, saca mi alma de la angustia.
Y por tu misericordia, extirpa a mis enemigos, y destruye a todos los que afligen mi alma; pues yo soy tu siervo.