Y Joás hizo lo recto ante los ojos del Señor todos los dÃas en que el sacerdote Joiada lo dirigió.
Sólo que los lugares altos no fueron quitados; el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
Entonces Joás dijo a los sacerdotes: Todo el dinero de las cosas sagradas que se trae a la casa del Señor en moneda corriente, tanto el dinero estipulado a cada persona, como todo el dinero que cada uno voluntariamente traiga a la casa del Señor,
que los sacerdotes lo tomen para sÃ, cada cual de sus conocidos; y ellos repararán los daños de la casa dondequiera que se encuentre algún daño.
Y cuando veÃan que habÃa mucho dinero en el cofre, el escriba del rey y el sumo sacerdote subÃan y lo ataban en sacos, y contaban el dinero que se encontraba en la casa del Señor.
Y entregaban el dinero que habÃa sido contado en manos de los que hacÃan el trabajo, los cuales tenÃan a su cargo la casa del Señor, y ellos lo traÃan para pagar a los carpinteros y a los constructores que trabajaban en la casa del Señor,
y a los albañiles y canteros, y para comprar madera y piedra de canterÃa para reparar los daños de la casa del Señor, y para todo lo que se gastaba para la casa, a fin de repararla.
Pero del dinero que se traÃa a la casa del Señor, no se hicieron ni copas de plata, ni despabiladeras, ni tazones, ni trompetas, ni ninguna vasija de oro, ni vasijas de plata para la casa del Señor;
Los demás hechos de Joás, y todo lo que hizo, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá?
Y sus siervos se levantaron y tramaron una conspiración, y mataron a Joás en la casa de Milo, cuando descendÃa a Sila.
Pues sus siervos Josacar, hijo de Simeat, y Jozabad, hijo de Somer, lo hirieron y murió; y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David, y AmasÃas su hijo reinó en su lugar.