Y Acab le contó a Jezabel todo lo que ElÃas habÃa hecho y cómo habÃa matado a espada a todos los profetas.
Entonces Jezabel envió un mensajero a ElÃas, diciendo: Asà me hagan los dioses y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu vida como la vida de uno de ellos.
El tuvo miedo, y se levantó y se fue para salvar su vida; y vino a Beerseba de Judá y dejó allà a su criado.
El anduvo por el desierto un dÃa de camino, y vino y se sentó bajo un enebro; pidió morirse y dijo: Basta ya, Señor, toma mi vida porque yo no soy mejor que mis padres.
Y acostándose bajo el enebro, se durmió; y he aquÃ, un ángel lo tocó y le dijo: Levántate, come.
Entonces miró, y he aquà que a su cabecera habÃa una torta cocida sobre piedras calientes y una vasija de agua. Comió y bebió, y volvió a acostarse.
Y el ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y le dijo: Levántate, come, porque es muy largo el camino para ti.
Se levantó, pues, y comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta dÃas y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.