He aquÃ, el dinero que encontramos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer de la tierra de Canaán. ¿Cómo, pues, habÃamos de robar de la casa de tu señor plata u oro?
Entonces Judá se le acercó, y dijo: Oh señor mÃo, permite a tu siervo hablar una palabra a los oÃdos de mi señor, y que no se encienda tu ira contra tu siervo, pues tú eres como Faraón mismo.
Aconteció, pues, que cuando subimos a mi padre, tu siervo, le contamos las palabras de mi señor.
Y nuestro padre dijo: "Regresad, compradnos un poco de alimento."
Mas nosotros respondimos: "No podemos ir. Si nuestro hermano menor va con nosotros, entonces iremos; porque no podemos ver el rostro del hombre si nuestro hermano no está con nosotros."
Porque yo, tu siervo, me hice responsable del muchacho con mi padre, diciendo: "Si no te lo traigo, que lleve yo la culpa delante de mi padre para siempre."
Ahora pues, te ruego que quede este tu siervo como esclavo de mi señor, en lugar del muchacho, y que el muchacho suba con sus hermanos.