Se habÃan llevado a las mujeres y a los niños y a todos los demás, pero sin matar a nadie.
Cuando David y sus hombres vieron las ruinas y se dieron cuenta de lo que les habÃa sucedido a sus familias,
lloraron a más no poder.
Las dos esposas de David, Ahinoam de Jezreel y Abigail, la viuda de Nabal de Carmelo, estaban entre los que fueron capturados.
David ahora se encontraba en gran peligro, porque todos sus hombres estaban muy resentidos por haber perdido a sus hijos e hijas, y comenzaron a hablar acerca de apedrearlo. Pero David encontró fuerzas en el Señor su Dios.
Entonces le dijo a Abiatar, el sacerdote:—¡Tráeme el efod!Asà que Abiatar lo trajo
Asà que guió a David hasta los amalecitas, y los encontraron dispersos por los campos comiendo, bebiendo y bailando con alegrÃa por el enorme botÃn que habÃan tomado de los filisteos y de la tierra de Judá.
Entonces David y sus hombres se lanzaron contra ellos y los mataron durante toda la noche y durante todo el dÃa siguiente hasta la tarde. Ninguno de los amalecitas escapó, excepto cuatrocientos jóvenes que huyeron en camellos.
Asà que David recuperó todo lo que los amalecitas habÃan tomado y rescató a sus dos esposas.
No faltaba nada: fuera grande o pequeño, hijo o hija, ni ninguna otra cosa que se habÃan llevado. David regresó con todo.
Pero unos alborotadores entre los hombres de David dijeron:—Ellos no fueron con nosotros, asà que no pueden tener nada del botÃn que recuperamos. Denles sus esposas e hijos y dÃganles que se vayan.
Pero David dijo:—¡No, mis hermanos! No sean egoÃstas con lo que el Señor nos dio. Él nos protegió y nos ayudó a derrotar a la banda de saqueadores que nos atacó.
A partir de entonces, David estableció este dicho como decreto y ordenanza en Israel y hasta el dÃa de hoy todavÃa se cumple.
Cuando llegó a Siclag, David envió parte del botÃn a los ancianos de Judá, quienes eran sus amigos. «Esto es un regalo para ustedes —les dijo David—, tomado de los enemigos del Señor».
Los regalos fueron enviados a la gente de las siguientes ciudades que David habÃa visitado: Betel, Ramot-neguev, Jatir,
Aroer, Sifmot, Estemoa,
Racal, las ciudades de Jerameel, las ciudades de los ceneos,
Horma, Corasán, Atac,
Hebrón, y a todos los demás lugares que David habÃa visitado con sus hombres.