Mientras tanto, el niño Samuel servÃa al Señor ayudando a ElÃ. Ahora bien, en esos dÃas los mensajes del Señor eran muy escasos y las visiones eran poco comunes.
Una noche, ElÃ, que para entonces estaba casi ciego, ya se habÃa acostado.
La lámpara de Dios aún no se habÃa apagado, y Samuel estaba dormido en el tabernáculo cerca del arca de Dios.
Asà que el Señor llamó por tercera vez, y una vez más Samuel se levantó y fue a donde estaba ElÃ.—Aquà estoy. ¿Me llamó usted?En ese momento Elà se dio cuenta de que era el Señor quien llamaba al niño.
Entonces Samuel se quedó en la cama hasta la mañana; luego se levantó y abrió las puertas del tabernáculo, como de costumbre. TenÃa miedo de contarle a Elà lo que el Señor le habÃa dicho.
Pero Elà lo llamó:—Samuel, hijo mÃo.—Aquà estoy —respondió Samuel.