Mientras los gobernantes filisteos dirigÃan a sus tropas en grupos de cien y de mil, David y sus hombres marcharon por la retaguardia con el rey Aquis.
¿No es este el mismo David por quien las mujeres de Israel cantan en sus danzas: “Saúl mató a sus miles,    y David, a sus diez miles�
Asà que Aquis finalmente mandó traer a David y le dijo:—Juro por el Señor que has sido un aliado confiable. Pienso que debes ir conmigo a la batalla, porque no he encontrado una sola falla en ti desde que llegaste hasta el dÃa de hoy. Pero los demás gobernantes filisteos no quieren ni oÃr hablar del tema.
Por favor, no los inquietes y regresa sin llamar la atención.
Pero Aquis insistió:—En lo que a mà respecta, eres tan perfecto como un ángel de Dios. Pero los comandantes filisteos tienen miedo e insisten en que no los acompañen en la batalla.
Ahora, levántate temprano en la mañana y vete con tus hombres en cuanto amanezca.