Entonces Saúl escogió a tres mil soldados selectos de todo Israel y fue en busca de David y de sus hombres cerca de los peñascos de las cabras salvajes.
En el lugar donde el camino pasaba por algunos rediles, Saúl entró en una cueva para hacer sus necesidades. ¡Pero resultó que David y sus hombres estaban escondidos más adentro de esa misma cueva!
Pero comenzó a remorderle la conciencia por haber cortado el manto de Saúl.
«El Señor sabe que no deberÃa haberle hecho esto a mi señor y rey —dijo a sus hombres—. Que el Señor me libre de hacerle tal cosa a mi señor el rey y atacar al ungido del Señor, porque el Señor mismo lo ha elegido».