Pero Samuel le preguntó:—¿Cómo puedo hacerlo? Si Saúl llega a enterarse, me matará.—Lleva contigo una novilla —le contestó el Señor— y di que has venido para ofrecer un sacrificio al Señor.
Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «¡Seguramente este es el ungido del Señor!».
Pero el Señor le dijo a Samuel:—No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón.
Entonces Isaà le dijo a su hijo Abinadab que caminara delante de Samuel. Pero Samuel dijo:—Este no es el que el Señor ha elegido.
Entonces Isaà mandó a buscarlo. El joven era trigueño y apuesto, y de hermosos ojos.Y el Señor dijo:—Este es, úngelo.
Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que habÃa traÃdo y ungió a David con el aceite. Y el EspÃritu del Señor vino con gran poder sobre David a partir de ese dÃa. Luego Samuel regresó a Ramá.
Ahora bien, el EspÃritu del Señor se habÃa apartado de Saúl, y el Señor envió un espÃritu atormentador.
Algunos de los siervos de Saúl le dijeron:—Un espÃritu atormentador de parte de Dios te está afligiendo.
Busquemos a un buen músico para que toque el arpa cada vez que el espÃritu atormentador te aflija. Tocará música relajante, y dentro de poco estarás bien.
—Me parece bien —dijo Saúl—. Búsquenme a alguien que toque bien y tráiganlo aquÃ.
Entonces Saúl mandó mensajeros a Isaà para decirle: «EnvÃame a tu hijo David, el pastor».
Isaà hizo caso y envió a su hijo David a Saúl, junto con un cabrito, un burro cargado de pan y un cuero lleno de vino.
Asà que David llegó a donde estaba Saúl y quedó a su servicio. Saúl llegó a apreciar mucho a David, y el joven se convirtió en su escudero.
Luego Saúl mandó un recado a Isaà con una petición: «Por favor, permite que David quede a mi servicio, porque me simpatiza mucho».
Y cada vez que el espÃritu atormentador de parte de Dios afligÃa a Saúl, David tocaba el arpa. Entonces Saúl se sentÃa mejor, y el espÃritu atormentador se iba.