—¡Danos siete dÃas para enviar mensajeros por todo Israel! —respondieron los ancianos de Jabes—. Si nadie viene a salvarnos, aceptaremos tus condiciones.
Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá de Saúl y le contaron al pueblo acerca de su aprieto, todos se echaron a llorar.
Entonces el EspÃritu de Dios vino con poder sobre Saúl y se enojó mucho.
Asà que, tomó dos bueyes, los cortó en pedazos y envió mensajeros para que los llevaran por todo Israel con el siguiente mensaje: «¡Esto es lo que le pasará a los bueyes del que se niegue a seguir a Saúl y a Samuel a la batalla!». Entonces el Señor hizo que la gente tuviera miedo del enojo de Saúl, por lo tanto, todos salieron a la guerra como un solo hombre.
Cuando Saúl los movilizó en Bezec, se dio cuenta de que habÃa trescientos mil hombres de Israel y treinta mil de Judá.
Entonces Saúl envió a los mensajeros de regreso a Jabes de Galaad para decir: «¡Los rescataremos mañana antes del mediodÃa!». Cuando llegó el mensaje, ¡hubo gran alegrÃa en toda la ciudad!
Asà que los hombres de Jabes dijeron a sus enemigos: «Mañana iremos a ustedes y podrán hacer con nosotros lo que quieran».