Have not I commanded thee? Be strong and of a good courage; be not afraid, neither be thou dismayed: for the LORD thy God is with thee whithersoever thou goest.
Oà una fuerte voz que salÃa del trono y decÃa: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos.
Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más».
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «¡Miren, hago nuevas todas las cosas!». Entonces me dijo: «Escribe esto, porque lo que te digo es verdadero y digno de confianza».
ResplandecÃa de la gloria de Dios y brillaba como una piedra preciosa, como un jaspe tan transparente como el cristal.
La muralla de la ciudad era alta y ancha, y tenÃa doce puertas vigiladas por doce ángeles. Los nombres de las doce tribus de Israel estaban escritos en las puertas.
HabÃa tres puertas a cada lado: al oriente, al norte, al sur y al occidente.
La muralla de la ciudad estaba fundada sobre doce piedras, las cuales llevaban escritos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
El ángel que hablaba conmigo tenÃa en la mano una vara de oro para medir la ciudad, sus puertas y su muralla.
Cuando la midió se dio cuenta de que era cuadrada, que medÃa lo mismo de ancho que de largo. En realidad, medÃa 2220 kilómetros de largo, lo mismo de alto y lo mismo de ancho.
La muralla estaba hecha de jaspe, y la ciudad era de oro puro y tan cristalino como el vidrio.
La muralla de la ciudad estaba fundada sobre doce piedras, cada una adornada con una piedra preciosa: la primera con jaspe, la segunda con zafiro, la tercera con ágata, la cuarta con esmeralda,
Las doce puertas estaban hechas de perlas, ¡cada puerta hecha de una sola perla! Y la calle principal era de oro puro y tan cristalino como el vidrio.
No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son el templo.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna, porque la gloria de Dios ilumina la ciudad, y el Cordero es su luz.
Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo entrarán en ella con toda su gloria.
Las puertas nunca se cerrarán al terminar el dÃa porque allà no existe la noche.
Todas las naciones llevarán su gloria y honor a la ciudad.
No se permitirá la entrada a ninguna cosa mala ni tampoco a nadie que practique la idolatrÃa y el engaño. Solo podrán entrar los que tengan su nombre escrito en el libro de la vida del Cordero.