Hace poco regresaron algunos de los maestros itinerantes, y me alegraron mucho cuando me contaron de tu fidelidad y de que vives de acuerdo con la verdad.
No hay nada que me cause más alegrÃa que oÃr que mis hijos siguen la verdad.
Querido amigo, le eres fiel a Dios cada vez que te pones al servicio de los maestros itinerantes que pasan por ahà aunque no los conozcas.
Ellos le han contado a la iglesia de aquà de tu cariñosa amistad. Te pido que sigas supliendo las necesidades de esos maestros tal como le agrada a Dios;
pues viajan en servicio al Señor y no aceptan nada de los que no son creyentes.
Por lo tanto, somos nosotros los que debemos apoyarlos y asà ser sus colaboradores cuando enseñan la verdad.
Le escribà a la iglesia acerca de esto, pero Diótrefes —a quien le encanta ser el lÃder— no quiere tener nada que ver con nosotros.
Querido amigo, no te dejes influir por ese mal ejemplo. Imita solamente lo bueno. Recuerda que los que hacen lo bueno demuestran que son hijos de Dios, y los que hacen lo malo demuestran que no conocen a Dios.