Asà que, amados hermanos, ustedes que pertenecen a Dios y tienen parte con los que han sido llamados al cielo, consideren detenidamente a este Jesús a quien declaramos mensajero de Dios y Sumo Sacerdote.
pero Cristo, como Hijo, está a cargo de toda la casa de Dios; y nosotros somos la casa de Dios si nos armamos de valor y permanecemos confiados en nuestra esperanza en Cristo.
Por eso el EspÃritu Santo dice: «Cuando oigan hoy su voz,   Â
no endurezcan el corazón como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron,    aquel dÃa que me pusieron a prueba en el desierto.
Allà sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia    a pesar de haber visto mis milagros durante cuarenta años.