Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes y continuamente los tenemos presentes en nuestras oraciones.
Al orar a nuestro Dios y Padre por ustedes, pensamos en el fiel trabajo que hacen, las acciones de amor que realizan y la constante esperanza que tienen a causa de nuestro Señor Jesucristo.
Sabemos, amados hermanos, que Dios los ama y los ha elegido para que sean su pueblo.
Como resultado, han llegado a ser un ejemplo para todos los creyentes de Grecia, es decir, por toda Macedonia y Acaya.
Y ahora, la palabra del Señor está siendo anunciada, partiendo de ustedes a gente de todas partes, aun más allá de Macedonia y Acaya, pues adondequiera que vamos, encontramos personas que nos hablan de la fe que ustedes tienen en Dios. No hace falta que se la mencionemos,
pues no dejan de hablar de la maravillosa bienvenida que ustedes nos dieron y de cómo se apartaron de los Ãdolos para servir al Dios vivo y verdadero.