Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios.
Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios.
Cuando Cristo —quien es la vida de ustedes— sea revelado a todo el mundo, ustedes participarán de toda su gloria.
Asà que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo.
A causa de esos pecados, viene la furia de Dios.
Ustedes solÃan hacer esas cosas cuando su vida aún formaba parte de este mundo;
pero ahora es el momento de eliminar el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el lenguaje sucio.
No se mientan unos a otros, porque ustedes ya se han quitado la vieja naturaleza pecaminosa y todos sus actos perversos.
Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, asà que ustedes deben perdonar a otros.
Sobre todo, vÃstanse de amor, lo cual nos une a todos en perfecta armonÃa.
Y que la paz que viene de Cristo gobierne en sus corazones. Pues, como miembros de un mismo cuerpo, ustedes son llamados a vivir en paz. Y sean siempre agradecidos.
Maridos, ame cada uno a su esposa y nunca la trate con aspereza.
Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque eso agrada al Señor.
Padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desanimen.
Esclavos, obedezcan en todo a sus amos terrenales. Traten de agradarlos todo el tiempo, no solo cuando ellos los observan. SÃrvanlos con sinceridad debido al temor reverente que ustedes tienen al Señor.
Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente.
Recuerden que el Señor los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es Cristo;
pero si hacen lo que está mal, recibirán el pago por el mal que hayan hecho, porque Dios no tiene favoritos.