Ahora les ruego a Evodia y a SÃntique, dado que pertenecen al Señor, que arreglen su desacuerdo.
Y te pido a ti, mi fiel colaborador, que ayudes a esas dos mujeres, porque trabajaron mucho a mi lado para dar a conocer a otros la Buena Noticia. Trabajaron junto con Clemente y mis demás colaboradores, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.
Asà experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.
No dejen de poner en práctica todo lo que aprendieron y recibieron de mÃ, todo lo que oyeron de mis labios y vieron que hice. Entonces el Dios de paz estará con ustedes.
Incluso cuando estuve en Tesalónica, ustedes me mandaron ayuda más de una vez.
No digo esto esperando que me envÃen una ofrenda. Más bien, quiero que ustedes reciban una recompensa por su bondad.
Por el momento, tengo todo lo que necesito, ¡y aún más! Estoy bien abastecido con las ofrendas que ustedes me enviaron por medio de Epafrodito. Son un sacrificio de olor fragante aceptable y agradable a Dios.
Y este mismo Dios quien me cuida suplirá todo lo que necesiten, de las gloriosas riquezas que nos ha dado por medio de Cristo Jesús.
Denle saludos de mi parte a cada persona del pueblo santo de Dios, a todos los que pertenecen a Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo envÃan saludos.