»El Señor nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en el monte SinaÃ.
El Señor no hizo ese pacto con nuestros antepasados sino con nosotros, los que vivimos hoy.
En el monte, el Señor te habló cara a cara desde en medio del fuego.
Yo servà de intermediario entre tú y el Señor, porque tenÃas miedo del fuego y no quisiste acercarte al monte. Él me habló a mÃ, y yo te trasmità sus palabras. Me dijo lo siguiente:
»Yo soy el Señor tu Dios, quien te rescató de la tierra de Egipto, donde eras esclavo.
»No tengas ningún otro dios aparte de mÃ.
»No te hagas ninguna clase de Ãdolo ni imagen de ninguna cosa que está en los cielos, en la tierra o en el mar.
No te inclines ante ellos ni les rindas culto, porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, quien no tolerará que entregues tu corazón a otros dioses. Extiendo los pecados de los padres sobre sus hijos; toda la familia de los que me rechazan queda afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación.
Pero derramo amor inagotable por mil generaciones sobre los que me aman y obedecen mis mandatos.
»No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios. El Señor no te dejará sin castigo si usas mal su nombre.
»Guarda el dÃa de descanso al mantenerlo santo, tal como te lo ordenó el Señor tu Dios.
Tienes seis dÃas en la semana para hacer tu trabajo habitual,
»Honra a tu padre y a tu madre tal como el Señor tu Dios te lo ordenó. Entonces tendrás una vida larga y plena en la tierra que el Señor tu Dios te da.
»No cometas asesinato.
»No cometas adulterio.
»No robes.
»No des falso testimonio contra tu prójimo.
»No codicies la esposa de tu prójimo. Tampoco codicies la casa de tu prójimo ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su burro, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.
»El Señor les digirió esas palabras a todos ustedes cuando estaban reunidos al pie del monte. Habló con voz fuerte desde en medio del fuego, envuelto en nubes y una densa oscuridad. Eso fue todo lo que dijo en ese momento y escribió sus palabras en dos tablas de piedra y me las dio.
»Sin embargo, cuando ustedes escucharon la voz que salÃa de en medio de la oscuridad mientras el monte ardÃa en llamas, todos los ancianos y los jefes de las tribus se acercaron
y me dijeron: “Mira, el Señor nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oÃdo su voz salir de en medio del fuego. Hoy comprobamos que Dios puede hablar con los seres humanos, ¡pero aun asà seguimos con vida!
»El Señor oyó la petición que me hicieron y dijo: “He oÃdo todo lo que los israelitas te dijeron, y tienen razón.
¡Oh, si siempre tuvieran un corazón asÃ, si estuvieran dispuestos a temerme y a obedecer todos mis mandatos! Entonces siempre les irÃa bien a ellos y a sus descendientes.