No agregues ni quites nada a estos mandatos que te doy. Simplemente obedece los mandatos del Señor tu Dios que te doy.
»Tú viste con tus propios ojos lo que el Señor te hizo en Baal-peor. AllÃ, el Señor tu Dios destruyó a todos los que habÃan rendido culto a Baal, el dios de Peor.
Sin embargo, ustedes, todos los que fueron fieles al Señor su Dios, todavÃa siguen vivos; todos y cada uno de ustedes.
»Mira, ahora te enseño decretos y ordenanzas tal como me lo encargó el Señor mi Dios, para que los obedezcas en la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer.
»¡Pero cuidado! Asegúrate de nunca olvidar lo que viste con tus propios ojos. ¡No dejes que esas experiencias se te borren de la mente mientras vivas! Y asegúrate de trasmitirlas a tus hijos y a tus nietos.
»Ustedes se acercaron y se pararon al pie del monte mientras las llamas de fuego se elevaban hacia el cielo. El monte estaba envuelto en nubes negras y en una densa oscuridad.
Entonces el Señor les habló desde en medio del fuego. Ustedes oyeron el sonido de sus palabras pero no vieron ninguna figura; solo habÃa una voz.
Él proclamó su pacto, los diez mandamientos, los cuales escribió en dos tablas de piedra y les ordenó que los cumplieran.
Fue en esa ocasión que el Señor me ordenó que les enseñara sus decretos y ordenanzas, para que ustedes los obedecieran en la tierra donde están a punto de entrar y que van a poseer.
»¡Pero tengan mucho cuidado! Ustedes no vieron una figura del Señor el dÃa que les habló desde en medio del fuego, en el monte SinaÃ.
Asà que no se corrompan haciendo Ãdolos de ninguna clase, sea con figura de hombre o de mujer,
de animales de la tierra o de aves del cielo,
de animales pequeños que corren por el suelo o de peces de las profundidades del mar.
Además, cuando miren hacia los cielos y vean el sol, la luna y las estrellas —todas las fuerzas del cielo—, no caigan en la tentación de rendirles culto. El Señor su Dios se los dio a todos los pueblos de la tierra.
Recuerden que el Señor su Dios los rescató de ese horno de fundir hierro que es Egipto, para convertirlos en su propio pueblo y en su posesión más preciada, y eso es lo que ahora son.
»Sin embargo, el Señor se enojó conmigo por culpa de ustedes. Juró que yo no cruzarÃa el rÃo Jordán para entrar en la buena tierra que el Señor su Dios les da como su preciada posesión.
Asà que asegúrense de no romper el pacto que el Señor su Dios hizo con ustedes. No se hagan Ãdolos de ninguna imagen ni de ninguna forma, porque el Señor su Dios lo ha prohibido.
»En el futuro, cuando tengan hijos y nietos, y hayan vivido en esa tierra por mucho tiempo, no se corrompan haciendo Ãdolos de ninguna clase. Esa práctica es mala a los ojos de Dios y provocará su enojo.
Pues el Señor su Dios es Dios compasivo; no los abandonará, ni los destruirá, ni se olvidará del pacto solemne que hizo con sus antepasados.
»Investiga toda la historia, desde el momento en que Dios creó a los seres humanos sobre la tierra hasta ahora, y busca desde un extremo del cielo hasta el otro. ¿Alguna vez se ha visto u oÃdo algo tan grande como esto?
¿Hay alguna otra nación que haya escuchado la voz de Dios hablar desde el fuego —tal como la escuchaste tú— y haya sobrevivido?
¿Existe algún otro dios que se haya atrevido a sacar a una nación de otra nación y hacerla suya con mano fuerte y brazo poderoso por medio de pruebas, señales asombrosas, milagros, guerras, y hechos aterradores? Eso fue precisamente lo que el Señor tu Dios hizo por ti en Egipto, frente a tus propios ojos.
»Él te mostró esas cosas, para que supieras que el Señor es Dios y que no hay ningún otro.
Él te permitió oÃr su voz desde el cielo para instruirte. Te permitió ver su fuego poderoso aquÃ, en la tierra, para hablarte desde allÃ.
Expulsó a naciones mucho más poderosas que tú para establecerte en la tierra de esas naciones y dártela a ti como preciada posesión, asà como sucede hoy.
»Entonces recuerda lo siguiente y tenlo siempre presente: el Señor es Dios en los cielos y en la tierra, y no hay otro.
Si obedeces todos los decretos y los mandatos que te entrego hoy, les irá bien en todo a ti y a tus hijos. Te doy estas instrucciones para que disfrutes de una larga vida en la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre».