»Cuando empieces a vivir en las ciudades que el Señor tu Dios te da, podrÃa suceder que un hombre o una mujer del pueblo haga algo malo a los ojos del Señor y desobedezca el pacto.
Por ejemplo, podrÃa ser que sirviera a otros dioses o rindiera culto al sol, a la luna o a alguna estrella —es decir, a las fuerzas del cielo—, lo cual he prohibido terminantemente.
Cuando te enteres de algo asÃ, investiga el asunto a fondo. Si resulta cierto que se ha cometido ese acto detestable en Israel,
entonces llevarás al hombre o la mujer responsable de esa maldad hasta las puertas de la ciudad y lo matarás a pedradas.
Sin embargo, nunca le quites la vida a nadie por el testimonio de un solo testigo. Siempre tendrá que haber dos o tres testigos.
Los testigos deberán arrojar las primeras piedras, y luego se sumará el resto del pueblo. De esa manera, limpiarás la maldad que hay en medio de ti.
Tú deberás cumplir el veredicto que ellos anuncien y la sentencia que dicten en el lugar que el Señor elija. Harás todo lo que ellos digan, al pie de la letra.
Cualquiera que tenga la arrogancia de rechazar el veredicto de un juez o de un sacerdote que representa al Señor tu Dios tendrá que morir. De esa manera limpiarás la maldad que hay en Israel.
Entonces todo el pueblo se enterará de lo ocurrido y tendrá miedo de actuar con tanta arrogancia.
»Estás por entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da. Cuando tomes posesión de ella y te establezcas allÃ, tal vez se te ocurra pensar: “DeberÃamos tener un rey para que nos gobierne, tal como tienen las naciones que nos rodeanâ€.
Si tal cosa sucediera, asegúrate de designar como rey al hombre que el Señor tu Dios elija. Tendrás que nombrar a un hermano israelita, no podrá ser un extranjero.
»El rey no deberá construir grandes establos para sà ni enviar a su gente a Egipto para comprar caballos, porque el Señor te ha dicho: “Nunca vuelvas a Egiptoâ€.
El rey no deberá tomar muchas esposas para sÃ, porque ellas apartarán su corazón del Señor. Tampoco deberá acumular para sà grandes cantidades de oro y plata.
»Cuando se siente en el trono a reinar, deberá producir una copia de este conjunto de instrucciones en un rollo, en presencia de los sacerdotes levitas.
Tendrá esa copia siempre consigo y la leerá todos los dÃas de su vida. De esa manera, aprenderá a temer al Señor su Dios al obedecer todas las condiciones de esta serie de instrucciones y decretos.