Pues la esposa cristiana da santidad a su matrimonio, y el esposo cristiano da santidad al suyo. De otro modo, sus hijos no serÃan santos, pero ahora son santos.
(En cambio, si el esposo o la esposa que no es creyente insiste en irse, dejen que se vaya. En esos casos, el cónyuge cristiano ya no está ligado al otro, porque Dios los ha llamado a ustedes a vivir en paz).
¿Acaso ustedes, esposas, no se dan cuenta de que sus maridos podrÃan ser salvos a causa de ustedes? Y ustedes, esposos, ¿no se dan cuenta de que sus esposas podrÃan ser salvas a causa de ustedes?
Cada uno deberÃa seguir viviendo en la situación que el Señor lo haya puesto, y permanecer tal como estaba cuando Dios lo llamó por primera vez. Esa es mi regla para todas las iglesias.
Por ejemplo, un hombre que se circuncidó antes de llegar a ser creyente no deberÃa tratar de revertir su condición. Y el hombre que no estaba circuncidado cuando llegó a ser creyente no deberÃa circuncidarse ahora.
Pues no tiene importancia si un hombre ha sido o no circuncidado. Lo importante es cumplir los mandamientos de Dios.
Cada uno deberÃa permanecer tal como estaba cuando Dios lo llamó.
Y recuerda: si eras un esclavo cuando el Señor te llamó, ahora eres libre en el Señor; y si eras libre cuando el Señor te llamó, ahora eres un esclavo de Cristo.
Dios pagó un alto precio por ustedes, asà que no se dejen esclavizar por el mundo.
Amados hermanos, cada uno deberÃa permanecer tal como estaba cuando Dios lo llamó por primera vez.
Debido a la crisis actual, pienso que es mejor que cada uno se quede como está.
Si tienes esposa, no procures terminar tu matrimonio. Si no tienes esposa, no busques casarte;
pero si te casas, no es pecado; y si una joven se casa, tampoco es pecado. Sin embargo, los que se casen en este tiempo tendrán problemas, y estoy tratando de evitárselos.
pero el casado tiene que pensar en sus responsabilidades terrenales y en cómo agradar a su esposa;
sus intereses están divididos. De la misma manera, una mujer que ya no está casada o que nunca se ha casado, puede dedicarse al Señor y ser santa en cuerpo y en espÃritu; pero una mujer casada tiene que pensar en sus responsabilidades terrenales y en cómo agradar a su esposo.
Les digo esto para su propio beneficio, no para imponerles restricciones. Mi deseo es que hagan todo lo que les ayude a servir mejor al Señor, con la menor cantidad de distracciones posibles.
Pero si ha decidido con toda firmeza no casarse y no hay urgencia y puede controlar sus pasiones, hace bien en no casarse.
Asà que el que se casa con su prometida hace bien, y el que no se casa hace aún mejor.
Una esposa está ligada a su esposo mientras el esposo vive. Si su esposo muere, ella queda libre para casarse con quien quiera, pero solamente si ese hombre ama al Señor.
Sin embargo, en mi opinión, serÃa mejor para ella no volver a casarse, y pienso que, al decirles esto, les doy consejo del EspÃritu de Dios.