Si pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles pero no amara a los demás, yo solo serÃa un metal ruidoso o un cÃmbalo que resuena.
Si tuviera el don de profecÃa y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no serÃa nada.
Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podrÃa jactarme de eso; pero si no amara a los demás, no habrÃa logrado nada.
El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso
ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas.
No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa.
El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.
La profecÃa, el hablar en idiomas desconocidos, y el conocimiento especial se volverán inútiles. ¡Pero el amor durará para siempre!
Ahora nuestro conocimiento es parcial e incompleto, ¡y aun el don de profecÃa revela solo una parte de todo el panorama!
Sin embargo, cuando llegue el tiempo de la perfección, esas cosas parciales se volverán inútiles.