Les encomiendo a nuestra hermana Febe, quien es diaconisa de la iglesia en Cencrea.
RecÃbanla en el Señor como digna de honra en el pueblo de Dios. Ayúdenla en todo lo que necesite, porque ella ha sido de ayuda para muchos, especialmente para mÃ.
Den mis saludos a Priscila y Aquila, mis colaboradores en el ministerio de Cristo Jesús.
De hecho, ellos una vez arriesgaron la vida por mÃ. Yo les estoy agradecido, igual que todas las iglesias de los gentiles.
Denle mis saludos a MarÃa, quien ha trabajado tanto por ustedes.
Saluden a Andrónico y a Junias, judÃos como yo, quienes estuvieron en la cárcel conmigo. Ellos son muy respetados entre los apóstoles y se hicieron seguidores de Cristo antes que yo.
Tales personas no sirven a Cristo nuestro Señor; sirven a sus propios intereses. Con palabras suaves y halagos, engañan a la gente inocente;
pero todos saben que ustedes son obedientes al Señor. Eso me llena de alegrÃa. Quiero que sean sabios para hacer lo que está bien y sigan siendo inocentes en cuanto a toda clase de mal.
El Dios de paz pronto aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes. Que la gracia de nuestro Señor Jesús sea con ustedes.
Timoteo, mi compañero de trabajo, les manda saludos, igual que Lucio, Jasón y SosÃpater, judÃos como yo.
Que toda la gloria sea para Dios, quien puede fortalecerlos tal como expresa la Buena Noticia. En ese mensaje acerca de Jesucristo se ha revelado su plan para ustedes, los gentiles, un plan que estuvo guardado en secreto desde el principio del tiempo.