Asà que les dijo: «Algunos de ustedes que tengan autoridad pueden volver conmigo. Si Pablo ha hecho algo malo, entonces podrán presentar sus acusaciones».
Pero Pablo contestó:—¡No! Esta es la corte oficial romana, por lo tanto, debo ser juzgado aquà mismo. Usted sabe muy bien que no soy culpable de hacer daño a los judÃos.
Les hice ver que la ley romana no declara culpable a nadie sin antes tener un juicio. El acusado debe tener una oportunidad para que confronte a sus acusadores y se defienda.
—Me gustarÃa oÃr personalmente a ese hombre —dijo Agripa.Y Festo respondió:—¡Mañana lo oirás!
Asà que, al dÃa siguiente, Agripa y Berenice llegaron al auditorio con gran pompa, acompañados por oficiales militares y hombres prominentes de la ciudad. Festo dio órdenes de que trajeran a Pablo.