Likewise the Spirit also helpeth our infirmities: for we know not what we should pray for as we ought: but the Spirit itself maketh intercession for us with groanings which cannot be uttered.
pues ama al pueblo judÃo y hasta construyó una sinagoga para nosotros».
Entonces Jesús fue con ellos; pero, justo antes de que llegaran a la casa, el oficial envió a unos amigos a decir: «Señor, no te molestes en venir a mi casa, porque no soy digno de tanto honor.
Ni siquiera soy digno de ir a tu encuentro. Tan solo pronuncia la palabra desde donde estás y mi siervo se sanará.
Cuando Jesús llegó a la entrada de la aldea, salÃa una procesión fúnebre. El joven que habÃa muerto era el único hijo de una viuda, y una gran multitud de la aldea la acompañaba.
Cuando el Señor la vio, su corazón rebosó de compasión. «No llores», le dijo.
Luego se acercó al ataúd y lo tocó y los que cargaban el ataúd se detuvieron. «Joven —dijo Jesús—, te digo, levántate».
¡Entonces el joven muerto se incorporó y comenzó a hablar! Y Jesús lo regresó a su madre.
Un gran temor se apoderó de la multitud, y alababan a Dios diciendo: «Un profeta poderoso se ha levantado entre nosotros» y «Dios ha visitado hoy a su pueblo».
Y las noticias acerca de Jesús corrieron por toda Judea y sus alrededores.
Los discÃpulos de Juan el Bautista le contaron todo lo que Jesús hacÃa. Entonces Juan llamó a dos de sus discÃpulos
y los envió al Señor para que le preguntaran: «¿Eres tú el MesÃas a quien hemos esperado o debemos seguir buscando a otro?».
Los dos discÃpulos de Juan encontraron a Jesús y le dijeron: «Juan el Bautista nos envió a preguntarte: “¿Eres tú el MesÃas a quien hemos esperado o debemos seguir buscando a otro?â€Â».
En ese preciso momento Jesús sanó a muchas personas de enfermedades, dolencias, y expulsó espÃritus malignos y le devolvió la vista a muchos ciegos.
Cuando oyeron esto, todos —hasta los cobradores de impuestos— coincidieron en que el camino de Dios era el correcto, porque fueron bautizados por Juan;
pero los fariseos y los expertos en la ley religiosa no aceptaron el plan de Dios para ellos, porque rechazaron el bautismo de Juan.
Se parecen a los niños que juegan en la plaza. Se quejan ante sus amigos: “Tocamos canciones de bodas,    y no bailaron; entonces tocamos cantos fúnebres,    y no lloraronâ€.
»Pues Juan el Bautista no pasaba el tiempo comiendo pan y bebiendo vino, y ustedes dicen: “Está poseÃdo por un demonioâ€.
El Hijo del Hombre, por su parte, festeja y bebe, y ustedes dicen: “Es un glotón y un borracho, ¡y es amigo de cobradores de impuestos y de otros pecadores!â€.
Pero la sabidurÃa demuestra estar en lo cierto por la vida de quienes la siguen».
Uno de los fariseos invitó a Jesús a cenar, asà que Jesús fue a su casa y se sentó a comer.
Cuando cierta mujer de mala vida que vivÃa en la ciudad se enteró de que Jesús estaba comiendo allÃ, llevó un hermoso frasco de alabastro lleno de un costoso perfume.
Entonces Jesús respondió a los pensamientos del fariseo:—Simón —le dijo—, tengo algo que decirte.—Adelante, Maestro —respondió Simón.
Entonces Jesús le contó la siguiente historia:—Un hombre prestó dinero a dos personas, quinientas piezas de plata a una y cincuenta piezas a la otra.
Tú no tuviste la cortesÃa de ungir mi cabeza con aceite de oliva, pero ella ha ungido mis pies con un perfume exquisito.
»Te digo que sus pecados —que son muchos— han sido perdonados, por eso ella me demostró tanto amor; pero una persona a quien se le perdona poco demuestra poco amor.
Entonces Jesús le dijo a la mujer: «Tus pecados son perdonados».