Herodes le hizo una pregunta tras otra, pero Jesús se negó a contestar.
Mientras tanto, los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa se quedaron allà gritando sus acusaciones.
Entonces Herodes y sus soldados comenzaron a burlarse de Jesús y a ridiculizarlo. Finalmente le pusieron un manto real y lo enviaron de regreso a Pilato.
(Herodes y Pilato, quienes habÃan sido enemigos anteriormente, ese dÃa se hicieron amigos).
Entonces Pilato llamó a los principales sacerdotes y a los otros lÃderes religiosos, junto con el pueblo,
y anunció su veredicto: «Me trajeron a este hombre porque lo acusan de encabezar una revuelta. Detenidamente lo he examinado al respecto en presencia de ustedes y lo encuentro inocente.
Herodes llegó a la misma conclusión y me lo devolvió. Este hombre no ha hecho nada que merezca la pena de muerte.
Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y los soldados sortearon su ropa, tirando los dados.
La multitud observaba, y los lÃderes se burlaban. «Salvó a otros —decÃan—, que se salve a sà mismo si de verdad es el MesÃas de Dios, el Elegido».
pero no habÃa estado de acuerdo con la decisión y las acciones de los otros lÃderes religiosos. Era de la ciudad de Judea llamada Arimatea y esperaba la venida del reino de Dios.
Fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
Luego bajó el cuerpo de la cruz, lo envolvió en un largo lienzo de lino y lo colocó en una tumba nueva que habÃa sido tallada en la roca.
Esto sucedió el viernes por la tarde, el dÃa de preparación, cuando el dÃa de descanso estaba por comenzar.
Mientras llevaban el cuerpo, las mujeres de Galilea iban detrás y vieron la tumba donde lo colocaron.
Luego fueron a sus casas y prepararon especias y ungüentos para ungir el cuerpo de Jesús; pero cuando terminaron ya habÃa comenzado el dÃa de descanso, asà que descansaron como ordena la ley.