»“Sà —respondió el rey—, y a los que usan bien lo que se les da, se les dará aún más; pero a los que no hacen nada se les quitará aun lo poco que tienen.
En cuanto a esos enemigos mÃos que no querÃan que yo fuera su rey, tráiganlos y ejecútenlos aquà mismo en mi presenciaâ€Â».
Cuando llegó a donde comienza la bajada del monte de los Olivos, todos sus seguidores empezaron a gritar y a cantar mientras alababan a Dios por todos los milagros maravillosos que habÃan visto.
«¡Bendiciones al Rey que viene en el nombre del Señor!    ¡Paz en el cielo y gloria en el cielo más alto!».
Algunos de los fariseos que estaban entre la multitud decÃan:—¡Maestro, reprende a tus seguidores por decir cosas como esas!
Jesús les respondió:—Si ellos se callaran, las piedras a lo largo del camino se pondrÃan a aclamar.
«¡Cómo quisiera que hoy tú, entre todos los pueblos, entendieras el camino de la paz! Pero ahora es demasiado tarde, y la paz está oculta a tus ojos.
No pasará mucho tiempo antes de que tus enemigos construyan murallas que te rodeen y te encierren por todos lados.
Te aplastarán contra el suelo, y a tus hijos contigo. Tus enemigos no dejarán una sola piedra en su lugar, porque no aceptaste tu oportunidad de salvación».
Luego Jesús entró en el templo y comenzó a echar a los que vendÃan animales para los sacrificios.
Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi templo será una casa de oraciónâ€, pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones».