Les digo, ¡que pronto les hará justicia! Pero cuando el Hijo del Hombre regrese, ¿a cuántas personas con fe encontrará en la tierra?».
Luego Jesús contó la siguiente historia a algunos que tenÃan mucha confianza en su propia rectitud y despreciaban a los demás:
«Dos hombres fueron al templo a orar. Uno era fariseo, y el otro era un despreciado cobrador de impuestos.
El fariseo, de pie, apartado de los demás, hizo la siguiente oración: “Te agradezco, Dios, que no soy un pecador como todos los demás. Pues no engaño, no peco y no cometo adulterio. ¡Para nada soy como ese cobrador de impuestos!
Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresosâ€.
»En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevÃa a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decÃa: “Oh, Dios, ten compasión de mÃ, porque soy un pecadorâ€.
Les digo que fue este pecador —y no el fariseo— quien regresó a su casa justificado delante de Dios. Pues los que se exaltan a sà mismos serán humillados, y los que se humillan serán exaltados».
Entonces Jesús llamó a los niños y dijo a los discÃpulos: «Dejen que los niños vengan a mÃ. ¡No los detengan! Pues el reino de Dios pertenece a los que son como estos niños.
pero para contestar a tu pregunta, tú conoces los mandamientos: “No cometas adulterio; no asesines; no robes; no des falso testimonio; honra a tu padre y a tu madreâ€.
El hombre respondió:—He obedecido todos esos mandamientos desde que era joven.