Y les dio las siguientes instrucciones: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Asà que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pÃdanle que envÃe más obreros a sus campos.
Ahora vayan, y recuerden que los envÃo como ovejas en medio de lobos.
No lleven con ustedes nada de dinero, ni bolso de viaje, ni un par de sandalias de repuesto; y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
»Cuando entren en la casa de alguien, primero digan: “La paz de Dios sea sobre esta casaâ€.
Si los que viven en la casa son gente de paz, la bendición permanecerá; si no lo son, la bendición regresará a ustedes.
»Si entran en un pueblo donde los reciben bien, coman todo lo que les ofrezcan.
Sanen a los enfermos y dÃganles: “El reino de Dios ahora está cerca de ustedesâ€.
Pero si un pueblo se niega a recibirlos bien, salgan a las calles y digan:
“Nos limpiamos de los pies hasta el polvo de su ciudad para mostrar que los abandonamos a su suerte. Y sepan esto: ¡el reino de Dios está cerca!â€.
Les aseguro que, el dÃa del juicio, le irá mejor a la perversa Sodoma que a ese pueblo.
Cuando los setenta y dos discÃpulos regresaron, le informaron llenos de alegrÃa:—¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre!
—Sà —les dijo—. Vi a Satanás caer del cielo como un rayo.
Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño.
En esa misma ocasión, Jesús se llenó del gozo del EspÃritu Santo y dijo: «Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes y por revelárselas a los que son como niños. SÃ, Padre, te agradó hacerlo de esa manera.
»Mi Padre me ha confiado todo. Nadie conoce verdaderamente al Hijo excepto el Padre, y nadie conoce verdaderamente al Padre excepto el Hijo y aquellos a quienes el Hijo decide revelarlo».
El hombre contestó:—“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente†y “Amarás a tu prójimo como a ti mismoâ€.
—¡Correcto! —le dijo Jesús—. ¡Haz eso y vivirás!