Jesús entró de nuevo en la sinagoga y vio a un hombre que tenÃa una mano deforme.
Como era el dÃa de descanso, los enemigos de Jesús lo vigilaban de cerca. Si sanaba la mano del hombre, tenÃan pensado acusarlo por trabajar en el dÃa de descanso.
Jesús le dijo al hombre con la mano deforme: «Ven y ponte de pie frente a todos».
Luego se dirigió a sus acusadores y les preguntó: «¿Permite la ley hacer buenas acciones en el dÃa de descanso o es un dÃa para hacer el mal? ¿Es un dÃa para salvar la vida o para destruirla?». Pero ellos no quisieron contestarle.
Jesús miró con enojo a los que lo rodeaban, profundamente entristecido por la dureza de su corazón. Entonces le dijo al hombre: «Extiende la mano». Asà que el hombre la extendió, ¡y la mano quedó restaurada!
Los fariseos salieron enseguida y se reunieron con los partidarios de Herodes para tramar cómo matar a Jesús.
Jesús fue al lago con sus discÃpulos, y una gran multitud lo siguió. La gente llegaba de toda Galilea, Judea,